Melissa y Gaizka

El 14 de marzo de 2020 se decretó el estado de alarma y el confinamiento total de la población. Había llegado el temido coronavirus hasta nuestras calles y nos hizo vivir la situación más extraña, surrealista, inquietante e incluso emocionante del último siglo. Si, si apuramos al siglo anterior también se puede llevar ese premio pero tendría que competir con otros hechos como las guerras mundiales, la civil, la llegada a la luna (si, la llegada a la luna desde la tierra esférica por gente vacunada).

Como esto no es un análisis de esa situación ni de la posterior me vais a permitir hacer una elipsis temporal hasta el final del confinamiento y la nueva normalidad. Es aquí donde pueden ocurrir algunos problemas, el primero y más claro es que necesitamos la responsabilidad de todos para intentar pasar esto de la forma menos dañina posible para poder salir a flote y sobre todo para evitar que siga muriendo gente, que aunque algunos no lo crean lo peor que te puede pasar no es que te quiten el festival de verano si no que hay gente muriendo o sufriendo muchísimo.

Otro de los problemas es que la gente crea que esto es pasajero, que después del verano podrán deshacerse de la mascarillas y volver a la antigua normalidad. Esto no va a ocurrir así como así y solo el tiempo dirá cuando podrá ser. Mi consejo es que deberíamos acostumbrarnos a que en establecimientos, centros comerciales o transporte habrá que llevar la mascarilla durante bastante tiempo.

Este es el momento de hablar de las bodas, hay muchas parejas que están posponiendo su enlace para el año que viene con la esperanza de que puedan celebrarlo bien. En realidad lo único que están haciendo es complicarse el calendario ya que tendrán que competir con la gente que ya tenía intención de casarse en 2021, por ejemplo. Esta forma de actuar me parece lógica y la comprendo, probablemente yo haría lo mismo en esa situación. Pero, ¿y si el año que viene también se usa mascarilla y vuestros proveedores ya han reservado esas fechas?, o si en 2022 también hay que llevarla, o si en iglesias va a haber que llevarla para siempre, en las zonas comunes de los restaurantes, en los autobuses que trasladan a los invitados...

Mi consejo es sencillo, cuanto antes comprendamos que hay cosas que llegan para quedarse antes asumiremos que la nueva normalidad es nuestra nueva realidad y que por mucho que sea diferente es el reflejo de nuestra vida, de nuestro día a día y que haciendo las cosas siguiendo las indicaciones de seguridad y teniendo responsabilidad una boda se puede celebrar de todas formas.

En la boda que os muestro en este post los novios, Melissa y Gaizka optaron por seguir adelante con su enlace, "¿para qué cambiarlo?", decía él. "Esto ahora es nuestro día a día y estas fotos nos recordarán esa etapa". 

Podríamos hablar de que han sido valientes pero no creo que la valentía tuviese nada que ver aquí. Hicieron todo con responsabilidad. Todo se cuidó para evitar riesgos creo más bien que en vez de valientes fueron consecuentes, decidieron casarse en una momento y el universo decidió que fuese diferente. Pues adelante.

Tampoco quiero hacer creer a la gente que las fotos de vuestra boda vayan a ser todas con mascarilla, eso solo ocurrirá en momentos puntuales, la mayoría de las fotos son como las de siempre. Ahora toca pensar en combinar la mascarilla con los zapatos o con la pajarita y seguir apoyando a nuestros seres queridos ese día.